Cuando sientes que todo se puede acabar, que todo termina...es ahí cuando debes salir.
Encontrarte solo en la oscuridad puede serte útil para encontrarte a ti mismo.
De vez en cuando debes hablar, entender a esa persona que tienes encerrada en ti. Cada momento es de superación.
Te encuentras tan sólo que te escuchas a ti mismo. Sí! por fin te escuchas a ti mismo, y es ahí cuando encuentras la puerta que creías haber perdido. A veces, tienes que sortear un par de obstáculos para encontrarla, pero hay otras en la que la gente no la encuentra jamás.
“Cada vez que buscas la Felicidad fuera de ti, te alejas de su origen Real. Vuélvete y encuéntrala en ti mismo”
Me encuentro sola caminando en una prado lleno de flores. Sonriéndole al sol huelo el dulce aroma del carmín mezclado con las flores de lavanda.Voy caminando a una pequeña laguna.
Cuando estoy sobre la orilla me acerco para visualizar mi reflejo en el agua, pero éste no se encuentra solo; Alguien al otro lado me está observando y sonríe cuando me doy cuenta de su presencia. Intento acercarme pero se esconde detrás de un árbol que se ubicaba en la orilla.
Intento acercarme con cuidado y solo escucho el crujido de las hojas al caminar, y del viento agitando los árboles.
Mientras más me acerco al lugar dónde vi aquella persona mirándome, observo cómo cambió el paisaje y me asombro de la cantidad de árboles y plantas que hay. Los rayos de luz se escabullen por las ramas de los arboles y van a parar al lago cristalino. Convierten al lugar en un paraíso.
Ya estoy frente al árbol, doy la vuelta...pero allí no había nadie.
Rodeo el árbol una y otra vez pero no encuentro a nadie. Comienzo a caminar alrededor del lago hasta una roca que se encontraba inclinada sobre un tronco y me sobrepasaba en altura. Con esfuerzo me trepo sobre ella y decido descansar ahí. En mi cabeza sonaba una dulce sinfonía que escuché sólo una vez. Un solo de piano interpretado por Chopin. Dulce agonía.
De pronto, me despierta el tacto de otra persona sobre mi mano. Ahí estabas. Sonriendo me ofreciste la mano invitándome contigo...
Cuando uno es pequeño nunca piensa en los riesgos o consecuencias de los actos. Sin pensar, ni recordar absolutamente nada de eso le doy mi mano. Sonrío. Todo se esclarece nuevamente.
